Los vallisoletanos y su gran corazón
Cuando nuestros clientes preguntan cómo es vivir en Valladolid, es fácil enfocarnos en lo más visible: la tranquilidad, la seguridad, la cercanía a ciudades como Cancún, Playa del Carmen ó Mérida.
También siempre mencionamos lo bonito que es vivir en Valladolid: la amabilidad de la gente vallisoletana, su alegría de vivir, sus fuertes lazos familiares y su espiritualidad. Aunque esto es mucho más intangible para las personas que no viven aquí.
¿Cómo le explicas a la gente cómo es vivir en Valladolid? Hemos estado pensando en escribir este blog, pero no se nos ocurría cómo explicarlo, así que decidimos compartir algunas de nuestras experiencias con nuestros lectores.
Mi vecino del barrio de San Juan: Las apariencias engañan
Cuando llegué a vivir a San Juan nos instalamos en una casa muy amplia en la Calle 40. El día de la mudanza conocí brevemente a mis vecinos y esa noche cerré las puertas y las ventanas porque tenía un poco de miedo: mis vecinos me parecían un poco amenazantes.
Con el tiempo, nuestros vecinos se convirtieron en lo mejor de vivir en San Juan: a pesar de sus problemas demostraron ser excelentes personas. No hubo un día en que no me saludaran, tuvieran una palabra amable o estuvieran al pendiente de nuestra familia.
Uno de ellos tenía un problema de alcoholismo, pero siempre fue respetuoso y en sus posibilidades frecuentemente compartía con nosotros gestos de generosidad: nos regalaba chicharra, caimitos y ciruelas de su jardín, etc.
Un día tocaron a la puerta… era mi vecino con mi niño de tres años agarrado de la mano. El niño se había escapado por el portón sin que nos diéramos cuenta. ¡Uff! Nos puso un regaño por no estar al pendiente del NENE, que ni para que les cuento.
Hace muchos años que me mude de esa casa, pero nunca me he olvidado de la calidez y amabilidad de mis vecinos Sanjuanenses.
Empezó como un favor, terminó como una amistad
Mi hermana vive en otro barrio de Valladolid y cuando se empezó a construir su casa, le pedimos de favor a los vecinos de enfrente que nos permitieran guardar algunos de los materiales y herramientas en su cochera.
Ellos aceptaron y siempre estaban muy al pendiente de los avances de la casa, de reportar si los albañiles trabajaban o no, etc. Al final hasta nos apoyaron con algunos elementos de la construcción de la casa, como el día del vaciado del techo.
Con el tiempo y la convivencia, los vecinos han demostrado una y otra vez ser excelentes personas: apoyan a mi hermanita en todo, están al pendiente, le comparten guisos de la localidad, etc.
Estos vecinos se han convertido en la mejor parte de vivir en Valladolid. Por ejemplo, un día le hicieron un baby shower a su perro, e invitaron a mi hermana a comer relleno negro y tacos para celebrar la llegada de los cachorritos.
Desde que ella vive ahí, no han faltado las invitaciones a cenar y a probar platillos y guisos que de otra manera jamás habría intentado. El intercambio de guisos es ya casi una tradición. La convivencia diaria nos deja en claro que no necesitamos mucho aquí en Valladolid, más que la alegría de compartir.
Pero para mi la mejor historia ocurrió una noche, cuando mi hermana escuchaba un ruido afuera y le daba miedo salir a investigar. Le mandó un mensaje a la vecina pidiendo refuerzos y en menos de 2 minutos ya estaba toda la familia afuera, armados con palos, linternas y listos para enfrentar el peligro.
No tardaron mucho en descubrir que el ruido no era ninguna amenaza, sino un conejo que se les había escapado a los vecinos y que después todos se dedicaron a cazar por un buen rato.
El vecino correteando un conejo y muy armado con su tarraya es una escena imborrable y ejemplo de la alegría y sencillez de la gente de Valladolid.
A diferencia de los que ocurre en ciudades más grandes, en Valladolid no hay indiferencia por lo que le pase a los vecinos. No hacen oídos sordos a un pedido de ayuda, sino que no lo piensan dos veces para salir a ayudar a quien lo necesite.
Solidaridad, fraternidad, alegría, generosidad… una y otra vez el Vallisoletano nos comparte su corazón, aunque no nos conozcan de toda la vida o no seamos de aquí.
Y no somos los únicos que nos sentimos así sobre Valladolid y su gente.
Hace unos meses entrevistamos a Carolina Carrillo, una artista vallisoletana y creadora de las nuevas letras de Valladolid. Además de los detalles de su obra le preguntamos qué es lo que más le gusta de vivir en Valladolid.
Entre otras cosas ella menciona que una vez que el Vallisoletano te adopta, te cuida y te protege. Y nosotros no podemos estar más de acuerdo con ella.
Puedes ver la entrevista con Carolina aquí mismo: